2000.01.16
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El  lince ibérico es una de las especies amenazadas de la fauna ibérica 
 
El declive del conejo y la perdiz, base de la alimentación de muchos predadores ibéricos, explica su lenta desaparición

El fomento de la caza mayor en los cotos ha perjudicado al lince y al águila imperial

JOSÉ BEJARANO


SEVILLA. - No todo va a peor. Algunas especies evolucionan a mejor. A finales del siglo XIX se creía que las cabras de Gredos no llegarían vivas al final del XX. Hoy abundan. En los años 50 se decía que los flamencos o los buitres estaban condenados, hoy son plaga. Jabalí, gamo o ciervo no paran de crecer, mientras que pierden peso el águila, el  lince, el lobo, el oso o el urogallo. Miguel Delibes subraya que, curiosamente, suben las especies de caza mayor y bajan las que se alimentan del conejo, la perdiz..., que en tiempos de penuria eran cazados para comer, y a ciertas formas de uso del monte. Rasgos que se dan en países desarrollados.

La "moda" de la caza mayor, en detrimento de la menor, resulta nefasta para el  lince y el águila. Además, en las últimas décadas se ha identificado la conservación de la naturaleza con dejar los bosques crecer de forma salvaje, lo que también ha deteriorado el hábitat de los conejos, diezmados por la mixomatosis declarada en 1958 y por la neumonía vírica de 1988. Todos esos factores han provocado que Doñana haya pasado de una población de 10 a 60 conejos por hectárea en los años 50, según la época, a 0 a 4 ahora. Al no haber caza, proliferan los zorros, que compiten con los linces en la caza de los conejos. Tampoco hay ya en Doñana lagartos y perdices, alimento de las águilas.

Delibes cree que la naturaleza en estado puro ya no existe y que habría que orientar la gestión de los bosques hacia la caza menor, base de la alimentación de las especies en peligro. "Habría que poner de moda el ecosistema del conejo", receta el experto en  linces. Las fincas privadas de caza priman los ciervos, y las públicas, o los grandes mamíferos o el bosque intacto. Ni en unas ni en otras encuentran los conejos su espacio. Un ejemplo de lo que no debe hacerse es el caso de la finca Lugar Nuevo, en Jaén, donde aún quedan linces ibéricos. Esa finca, propiedad del Ministerio de Medio Ambiente, es utilizada por el Estado para operaciones de prestigio ante invitados ilustres aficionados a la caza.

A esos problemas para garantizar la viabilidad de las especies en crisis se une la poca capacidad que tienen las instituciones para la cría en cautividad. Desde hace más de diez años hay en Toledo (Quintos de Mora y Sevilleja de la Jara) dos centros dedicados a la reproducción del águila imperial: no han logrado que críe en ellos ni un pollo. La inversión realizada asciende a 1.500 millones, según Miguel Ferrer. El responsable de Medio Ambiente, Borja Heredia, reconoce que al centro de Quintos de Mora se destinan 20 millones al año, pero "no se han tenido las mejores águilas porque estaban taradas física o síquicamente".

Más autocrítico es Miguel Ferrer. "Los centros se han hecho sin conocer experiencias ya existentes en otros países y sin seleccionar al personal que participa".